La Costa del Sol se despide de la mala prensa y suena de nuevo con fuerza en los mercados




En lo que respecta a la inversión los datos avalan el liderazgo de localidades como Marbella, que a su larga lista de reclamos añade el beneficio generado por la inestabilidad y por las restricciones de la competencia. El mal momento de países como Túnez o Turquía, junto al control taxativo de la oferta practicado por Madrid y Barcelona, han situado la Costa del Sol entre las zonas más deseadas para la promoción de nuevos hoteles. «Hay colas de inversores intentando entrar aquí», señala Bernal.De momento, los proyectos que han salido a la luz cuentan con respaldo. Capital entreverado, de muy diversa procedencia y vinculado a primeras marcas especializadas en poner en marcha los proyectos. Toda una garantía. Al menos, de partida. Unas expectativas que no defraudan otros puntos como Estepona y Benahavís o Torremolinos, que llevaba un buen puñado de décadas al margen de este tipo de intereses.Ricardo Arranz, propietario de Villa Padierna y presidente de la Federación Andaluza de Urbanizadores y Turismo Residencial, insiste en la excelente reputación de la costa malagueña, que ha sabido reconducirse y dotarse de unas instalaciones envidiables para interconectar propuestas. De acuerdo con el empresario, la provincia reúne todos los requisitos para cimentar en estos años una economía que, en cuanto a entrada de capital, podría garantizar su futuro para las próximas cinco décadas. Eso sí, siempre y cuando Málaga actúe con habilidad y sepa jugar sus cartas, lo que, en su opinión, implica un trabajo de adaptación. Tanto por parte de la administración como de los empresarios, a los que anima a cambiar de mentalidad y ajustarse a los nuevos tiempos. Arranz alerta de que los inversores que ahora planean sobre la costa, aunque con empuje y determinación, son muy distintos a los que hace 20 años empezaron a poblar la provincia de urbanizaciones. El dinero ha cambiado de manos, pertenece a una nueva generación que habla un nuevo lenguaje, totalmente vinculado en sus modos comerciales a la tecnología y a formatos de explotación inmobiliaria de naturaleza híbrida, que admiten al mismo tiempo el disfrute de la propiedad con el uso vacacional y hotelero.El promotor de Villa Padierna cree que Marbella todavía tiene mucho que decir, especialmente en cuanto a instalación de marcas de lujo como las que sazonan Puerto Banús, que es lo que demanda el público de la zona. Una cuestión básica, y de la que dependerá el grado de desarrollo, incide, es la agilidad de la administración, que tiene que aprender a adelantarse y dar respuesta inmediata a los requerimientos.En el sector del turismo residencial está muy extendida la sensación de que las instituciones funcionan a golpe premioso de burocracia, lo que provoca que muchos proyectos acaben finalmente instalándose en otros países de la UE. «Le pongo el ejemplo de la Golden Visa, que es el visado que se concede para los que adquieren propiedades de más de 500.000 euros. En España está funcionando, pero por cada tarjeta que se hace aquí en Portugal se expiden treinta. Tardamos mucho», puntualiza.Las inquietudes de Arranz son compartidas por Ricardo Bocanegra, presidente de la Federación de Asociaciones de Extranjeros de la Costa del Sol y propietario de uno de los despachos de la provincia a los que llegan más consultas internacionales relacionadas con la adquisición de mansiones y segundas residencias. El especialista engrosa la lista de aspectos a mejorar con la crítica al exceso de celo de los bancos, que están poniendo más trabas de la cuenta a compradores procedentes de países como Irán, a pesar del levantamiento de las sanciones internacionales.\r\nBocanegra es partidario de la discriminación positiva y aboga por establecer ventajas e incentivos para los inversores. O, como mínimo, por reducir los obstáculos fiscales, que incluyen la obligación de declarar en España todos los bienes que se posean en el extranjero. «Esto tiene sentido para los españoles, pero no para los residentes de fuera», reseña.\r\nEl recorrido, sin duda, es amplio. Y aunque no hay que bajar la guardia, el primer paso, el más difícil, está hecho. El dinero quiere venir a Málaga. Y, además, con ganas de transformarse, de seguir moviéndose a través de negocios, de hoteles, de complejos de ocio y de restauración.